Lo último sobre la falsa “expulsión” de Alejandro Bermúdez de la Sala de Prensa Vaticana
A través de consultas, acciones legales y procesos jurídicos, queda claro que nunca fui “expulsado” de la Sala de Prensa del Vaticano y mucho menos declarado “persona non grata”
Paola Ugaz, una de las acusadoras de “agresión verbal”
Como es sabido, Paola Ugaz y Elise Allen anunciaron al mundo —o al rincón del mundo al que logran llegar, que no es mucho— que Alejandro Bermúdez había sido expulsado de la Sala de Prensa de la Santa Sede (conocida como la Sala Stampa) como supuesto “efecto inmediato” de haber sido denunciado “por agresión verbal” tanto ante dicha Sala como ante la Gendarmería vaticana.
Ya expliqué los acontecimientos tal como ocurrieron, demostrando que tanto la acusación como sus supuestas consecuencias fueron enteramente inventadas. Sin embargo, la narrativa de que habría sido declarado “persona non grata” —una categoría que no existe ni en la legislación italiana, ni en el Código de Derecho Canónico, ni en la normativa interna de la Sala Stampa— fue ampliamente difundida por las interesadas a través de Religión Digital, un portal del cual, por el momento, me abstengo de comentar, y posteriormente recogida y amplificada por el diario La Repubblica y por el portal Infobae.
Aquí una actualización del estado de esta cuestión.
La Sala Stampa
Cuando se difundió la noticia de mi supuesta “expulsión” de la Sala Stampa, yo ya me encontraba de regreso en Denver por razones laborales. No obstante, a través de representantes legales en Roma y en el Vaticano, insistí ante las autoridades de la Sala Stampa, durante varios días, hasta finalmente recibir una comunicación formal, por escrito, respecto de mi situación. En el correo, firmado por “la dirección” —y cuyo contenido íntegro no puedo divulgar por tratarse de una correspondencia privada— queda establecido lo siguiente:
Que no hubo ninguna “expulsión” ni declaración de “persona non grata”.
Que mi credencial temporal de acceso a la Sala Stampa caduca, como todas, el 1 de junio; y que en el futuro, como en cualquier solicitud, la Sala Stampa se reserva el derecho de conceder una nueva credencial, tomando en cuenta el buen comportamiento del solicitante y su derecho al ejercicio profesional del periodismo.
El director de la Sala Stampa, Matteo Bruni, manifestó verbalmente a mis representantes que consideraba urgente y necesario “bajar el tono” del conflicto suscitado en redes sociales. Honraré esa solicitud comprometiéndome a no iniciar controversias (como habitualmente no lo he hecho) y a abstenerme de responder a agravios que sean meramente insultantes (como en general he procurado hacer).
No obstante, me reservo el derecho de responder cuando, en conciencia, considere que se está faltando gravemente a la verdad y a la justicia.
La "denuncia" ante la Gendarmería
Ugaz y Allen afirmaron haber presentado una denuncia contra mí —nuevamente, por “agresión verbal”— ante la Gendarmería vaticana. Para “corroborarlo”, se tomaron una fotografía en la entrada del recinto.
Mi representante legal en Roma acudió personalmente a la Gendarmería para verificar el estado de dicha denuncia. Revisaron los registros por nombre y por fecha, y no encontraron ninguna denuncia aceptada contra mí. A instancias de mi representante, el gendarme continuó la búsqueda en la base de datos, y preguntó por el tipo de “crimen” denunciado. Se le respondió: “agresión verbal”.
El gendarme, en un primer momento, manifestó desconcierto y luego cierta incredulidad antes de responder: “¿Agresión verbal? Ese no es un delito”. Y concluyó explicando: “Si la persona o personas acusadoras han presentado una denuncia legítima, deben tener un comprobante. Pídaselo a ellas para saber exactamente qué delito han denunciado; porque aquí no hay ninguna acusación, ni contra la persona mencionada, ni en las fechas señaladas, ni por agresión verbal”.
Saquen sus propias conclusiones.
Religión Digital
A través de un estudio de abogados en Madrid, exigí la publicación de una aclaración respecto de la información absolutamente falsa y éticamente insostenible publicada por Religión Digital. En una primera instancia, el portal me ofreció redactar un artículo como “derecho de réplica”, opción que rechacé de inmediato, pues considerando los antecedentes éticos del medio, sabía que solo serviría para reiniciar un ciclo de insultos y de “opiniones” pescadas ex profeso para la ocasión.
En su lugar, exigí una aclaración formal, redactada por el estudio jurídico. La “aclaración” fue publicada, en efecto, pero en una liga flotante y sin vínculo visible desde la página principal: una burla total.
Solo tras insistir en que debía ser publicada en la sección de Vaticano —y no solamente como “opinión”— y con una prominencia proporcional a la nota original, Religión Digital finalmente publicó la rectificación que correspondía:
En un correo electrónico de seguimiento, enviado por Jesús Bastante al estudio jurídico que me representa, éste precisó:
“Como hemos comentado telefónicamente, dejo constancia:
1.- La noticia se publicó a las 7,30 de la mañana, y fue apertura.
2.- Durante toda la mañana se mantuvo en el primer bloque de noticias.
3.- Como es práctica habitual en nuestro medio (publicamos alrededor de medio centenar de informaciones al día), las noticias van bajando y recolocándose en portada, donde suelen permanecer durante un día.
4.- La información aparece en la sección de Opinión y también en la de Vaticano.
5.- Adjunto captura que demuestra su relevancia: está entre las cinco noticias más leídas del día.
Entendemos, pues, que es objetivo que hemos cumplido con creces el derecho de rectificación, y con buena fe de alcanzar un acuerdo. Y entendemos que con este hecho queda concluido el conflicto”.
Para alcanzar esta respuesta, el estudio jurídico debió advertir que estábamos dispuestos a iniciar un juicio civil por daños y perjuicios, conforme a la legislación española.
No creo en amenazar a los medios de comunicación con acciones legales. Nunca lo he hecho anteriormente. Como periodista, he enfrentado mi buena ración de juicios frívolos. Pero mi mensaje para Religión Digital es claro: insúltame todo lo que tu hígado o tus fobias te exijan. Pero no mientas. Si mientes, te enjuiciaré sin descanso y hasta las últimas consecuencias, por los caminos que me ofrece la ley española.
La República e Infobae
Ambos medios peruanos, históricamente sesgados a favor de mis acusadores y en mi contra, también tienen derecho a insultarme —siempre que no mientan. Sin embargo, ambos construyeron sus “noticias” sobre mi inexistente “expulsión” de la Sala Stampa a partir de la ficción publicada por Religión Digital.
A ambos medios envié cartas notariales. La República la ignoró. Infobae añadió apenas un párrafo de la carta sin siquiera advertir a sus lectores —como exige la ética periodística— que la nota había sido actualizada.
Estoy remitiendo nuevas cartas notariales a ambos medios, esta vez actualizadas con la confirmación oficial de la Sala Stampa y con la rectificación publicada por Religión Digital. Iniciar un juicio contra medios de comunicación en el Perú es muy cuesta arriba, y preferiría no tener que hacerlo. Espero que lo que reste de decencia profesional los mueva a hacer las correcciones pertinentes. Pero si el camino legal es el único, lo haré. No es una amenaza, es solamente información de contexto para que cuando decidan qué hacer, lo hagan con toda la información a su alcance.