¿Persona non grata en la Sala Stampa?
La mafia patológica de la famosa foto celebrando la destrucción del Sodalicio ha lanzado una calumnia contra mí que no les va a salir gratis
El club de los mentirosos celebrando por adelantado la muerte del Sodalicio
BREAKING: IMPORTANTE ACTUALIZACIÓN
El sábado 17 de mayo, una representante mía acudió a la Sala Stampa de la Santa Sede para averiguar sobre mi supuesta “expulsión” y mi mitológica declaración de “persona non grata”.
La respuesta verbal ha sido la siguiente:
Las cartas (incluyendo mi sólido descargo) están siendo analizadas, el proceso no se ha concluido y no se ha llegado a resolución alguna.
Ninguna decisión ha sido tomada en la Sala de Prensa y por tanto respecto de mi registro continúa legítimamente vigente.
Cualquiera que sea la decisión, ésta se comunicará al interesado (en este caso a mí a través de mi representante) y no de manera pública.
Esto da una una vez más idea del nivel de mentira y calumnia al que llegan quienes están detrás de la maniobra; y es la razón por la que estoy tomando las medidas legales más agresivas que permite la ley vigente.
_______________________________________________________________________
En los últimos días ha comenzado a circular por redes sociales una mentira grosera, una de esas falsedades fabricadas con la esperanza de que el barro manche antes de que los hechos las desmientan. Según esta última invención, la Sala Stampa de la Santa Sede me ha declarado “persona non grata” y decretado mi prohibición de ingreso “de por vida”.
La calumnia fue difundida por el exsacerdote español José Manuel Vidal —célebre no precisamente por su rigor sino por sus escapadas sentimentales, que de paso motivaron su salida del ministerio sacerdotal— en el blog moribundo “Religión Digital”. Este sitio, que circula por los subsuelos del tráfico web hispano, es conocido por su rol como amplificador de las campañas de difamación de Paola Ugaz, Pedro Salinas, Elise Allen y algún otro acusador de cuarta plana que aún sobrevive como eco de la extinta narrativa sobre el Sodalicio. Allí publican con la esperanza de que alguna de sus calumnias, con suerte —suerte que rara vez tienen— se viralice.
La última fantasía de Vidal es un titular sin fuentes, sin pruebas, sin confirmaciones, que se resume en este encabezado:
“La Santa Sede declara ‘persona non grata’ a Alejandro Bermúdez tras su agresión verbal a Paola Ugaz y Elise Allen.”
Para mala suerte de Ugaz, Allen, Salinas y el satanista con problemas mentales cuyo nombre sinceramente olvidé, es posible comprobar que todo esto es, de principio a fin, completamente falso.
El episodio real
Comencemos por lo básico: nunca hubo agresión verbal alguna de mi parte hacia Paola Ugaz ni hacia Elise Allen.
¿Por qué inventaron esa agresión? No lo sé a ciencia cierta, pero me atrevo a suponer que se trata de una mezcla de la compulsiva necesidad de infligir daño a todo exmiembro del Sodalicio que se cruce en su camino, y la mala fortuna de que yo las sorprendiera contando mentiras a una corresponsal del Washington Post dentro de un ambiente de la Sala de Prensa en el que, por normas de acreditación, Paola Ugaz no debía encontrarse jamás y que ellas creían ya libre por lo tarde de la hora.
Pero yo trabajo más tarde de lo que esperaban, y tuvieron la mala suerte de encontrarse conmigo. Tal como describí oportunamente en mis redes sociales:
ALERTA DE DIFAMACIÓN
Pedro Salinas acaba de anunciar que Paola Ugaz y Elise Allen, dos periodistas embarcadas en difamarme, van a poner una queja en la Sala de Prensa del Vaticano (o Sala Stampa) por "agresión verbal": Esto es lo que he respondido en X:
La agresión verbal nunca ocurrió y soy una vez más víctima de difamaciones. Entrando a la Sala Stampa en camino a mi cubículo encontré a Paola Ugaz y Elise Allen dando una entrevista más en contra del Sodalicio he hice un comentario ligero diciendo "yo soy el acusado". Ugaz se desconcertó y se fue con la entrevistadora a otro ambiente. Nunca intercambiamos palabra.
Saliendo de la Sala Stampa vi a Elise Allen, quien alguna vez trabajó conmigo y le dije que estaba sinceramente rezando por la salud de su esposo, que alguna vez fue mi amigo. Ella dijo que no me creía. Yo le dije que ese era problema suyo, no mío. Que presenten pruebas de la supuesta "agresión". Yo tengo una testigo: una colega norteamericana que me acompañó durante todo ese tiempo. Pienso presentar una contradenuncia a la Sala Stampa para que impidan que Ugaz use este espacio para difundir difamaciones.
Para mayor precisión: creo que Paola Ugaz, quien ha mentido de manera sistemática en múltiples foros internacionales respecto al Sodalicio —comunidad cuya disolución no solo impulsó, sino que celebró con vino caro en la casa de John y Elise Allen, acompañada de Pedro Salinas y Jordi Bertomeu— jamás imaginó encontrarme en la Sala Stampa. Al escuchar mi comentario en tono de broma, “yo soy el acusado”, levantó la mirada con sorpresa, tardó unos segundos en reconocerme, y finalmente —con esa sonrisa que mezcla hipocresía y desconcierto— musitó varias veces “esteeee… ¡es él!… esteee… ¡es él!” señalándome a su entrevistadora. Luego, huyó con ella hacia otro ambiente. Yo, mientras tanto, seguí directo a mi cubículo.
Más tarde, al terminar mi trabajo, salí y me encontré con Elise Allen, sola, en el mismo lugar donde Ugaz había estado antes repartiendo difamaciones como si fueran estampitas. Elise trabajó conmigo durante años. Yo fui quien, desde Catholic News Agency, le ofreció la corresponsalía en Roma. Allí conoció a John Allen. Se casó con él. Hoy John está muriendo de cáncer. No lo sabía hasta verlo en el reciente encuentro con el Papa León XIV. Me impactó. Durante mucho tiempo fui amigo de John, en parte por nuestro vínculo común con el arzobispo Charles Chaput. Por años Crux colaboró con CNA.
Con genuina compasión cristiana me acerqué a Elise. Su rostro irradiaba un odio visceral. Aun así, le dirigí las palabras más sentidas y sinceras, asegurándole mis oraciones por John. No tenía ningún interés en hablar con una de mis acusadoras y parte del engranaje que destruyó el Sodalicio, pero la caridad, incluso en el fango, es un deber. Su respuesta fue: “quisiera poder creerte Alejandro”. Le respondí: “ese es problema tuyo, no mío”. ¿Pude haber sido más grácil? Tal vez. Pero cuando uno ve odio puro en los ojos de alguien, sabe que nada lo suaviza.
Menos de 15 minutos después, como prueba de la enfermiza coordinación entre Salinas y Ugaz —que, dicho sea de paso, parece pasar más tiempo con el autodenominado “periodista” que con su propio esposo—, me comunicaron que ambas planeaban presentar una denuncia por “agresión verbal”. Una acusación ridícula que ni siquiera figura como categoría disciplinaria en las normas de la Sala Stampa.
Mi acción inmediata
Sabiendo que el grupete de difamadores planeaba presentar su versión melodramática ante la Sala Stampa, me anticipé —como corresponde— y presenté una carta formal dirigida al director Matteo Bruni, entregada personalmente por mi supervisora y que copio aquí:
Aquí la traducción al español:
Via della Conciliazione, 54
00120 - CITTÀ DEL VATICANO
14 de mayo de 2025
Dr. Matteo Bruni
Director
Sala Stampa della Santa Sede
Estimado Dr. Bruni:
Me dirijo a usted con profundo respeto para aclarar un incidente ocurrido recientemente en la Sala Stampa, sobre el cual han circulado informaciones inexactas que afectan mi reputación profesional.
El día miércoles 14 de mayo, al ingresar a la Sala Stampa en camino hacia mi box asignado, me encontré con las periodistas Paola Ugaz y Elise Allen, quienes estaban realizando una entrevista relacionada con el Sodalicio, la comunidad a la que pertenecí y fue disuelta por el Papa Francisco. En ese momento, hice un comentario ligero diciendo "yo soy el acusado", sin ninguna intención confrontativa. Ante esto, la Sra. Ugaz optó por retirarse con la entrevistadora a otro ambiente, sin que mediara intercambio verbal alguno entre nosotros.
Posteriormente, al salir de la Sala Stampa, me encontré con la Sra. Allen, con quien mantuve en el pasado una relación profesional. Le expresé mis sinceras oraciones por la salud de su esposo, John Allen Jr., quien en su momento también fue amigo mío. Ella manifestó que no creía en la sinceridad de mis palabras, a lo cual respondí que esa apreciación era suya y no mía.
Deseo subrayar que en ningún momento existió la “agresión verbal” que algunos intentan atribuirme. Una colega norteamericana que me acompañó durante todo el tiempo en la Sala Stampa puede dar testimonio de lo sucedido.
Su nombre es XXXXXXXX y permanecerá acreditada en la Oficina de Prensa hasta el domingo para seguir los actos relacionados con la investidura del Papa León XIV. También está registrada temporalmente en la Oficina de Prensa.
Si efectivamente hubiera existido una agresión verbal, sería razonable también consultar a la colega que acompañaba a la Sra. Ugaz, una persona que no conozco, y que podría confirmar si existió algún intercambio o interacción entre nosotros.
A la luz de lo anterior, y en conformidad con los procedimientos establecidos por la Santa Sede para la presentación de quejas formales, solicito respetuosamente su intervención para aclarar este malentendido y para asegurar que la Oficina de Prensa no sea utilizada como plataforma para la difusión de información inexacta, especialmente en estos días de particular atención mediática en vista de la investidura del Papa León XIV.
Quedo a su disposición para cualquier aclaración adicional que considere necesaria.
Respetuosamente,
Alejandro Bermúdez
Catholic Key
cc: Sector de Acreditaciones y Autorizaciones
Pruebas de una mentira
La Sala Stampa opera con procedimientos claros. Ugaz, creyendo que estaba en el Perú —donde las reglas se compran— ignoró que aquí las cosas funcionan con profesionalismo.
Los procedimientos son estos:
Si un colega tiene una queja contra otro en la Sala, la presenta por escrito. Acá la gendarmería vaticana tiene tanto que ver como los vendedores ambulantes de Piazza Venezia.
Si la falta ha sido “egregia” -es decir un insoluto, una agresión que fue visible para todos y en un ámbito público de la sala, el agresor recibe una carta de amonestación. Si es la versión de una persona -o dos- que carecen de testigos -como es el caso de Ugaz y Allen- la Sala Stampa decide iniciar una investigación, y solo si le es posible comprobar los hechos y establecer un culpable, se procede a una amonestación. Esa amonestación es comunicada al editor responsable del periodista y al interesado por escrito y no se anuncia fuera del ámbito de la Sala Stampa-
Si se comete una segunda agresión verbal, o alguna falta grave de ética periodística, entonces la Sala Stampa procede a una suspensión temporal. Dos casos famosos de la Sala fueron la suspensión de un periodista que insultó vulgarmente al Papa Juan Pablo II ya la de otro que rompió el embargo y publicó anticipadamente el texto de una encíclica pontificia. Una vez más, esa decisión es comunicada por escrito.
Solo si hay una tercera ocasión de agresión o casos de violaciones de ética periodística extrema se procede a la expulsión permanente; que una vez más, se comunica por escrito, y que no incluye la frase pomposa y completamente inventada por el ex cura español de Persona non grata.
Preguntas importantes:
¿Dónde está copia y cargo de la carta de las acusadoras a Matteo Bruni?
¿Por qué ni yo ni mi coordinadora hemos recibido cartas aplicando una amonestación, mucho menos un despido?
¿Cómo mi testigo -las mentirosas no tienen ninguno- no ha sido consultada cuando he proporcionado la forma de contactarla?
¿Por qué han confirmado a mi coordinadora que mi situación no ha cambiado absolutamente en nada?
¿Por qué no existe un comunicado público que las mentirosas puedan mostrar?
Conclusión…
No he sido expulsado. No he sido suspendido. No he sido amonestado. Al día siguiente del supuesto incidente trabajé tranquilamente desde mi box en la Sala Stampa, saludando como siempre a Alessio, responsable de seguridad, a quien conozco desde hace 30 años y que, dicho sea de paso, probablemente no reconocería a Paola Ugaz ni aunque proyectaran su cara en una película animada de DreamWorks.
… y próximos pasos
Seguiré ingresando a la Sala Stampa, trabajando, reportando y saludando a mis colegas. Y sí: en mi próxima visita, subiré fotos desde dentro, disfrutando los servicios y el ambiente que, gracias a Dios, está fuera del alcance de ciertas fantasías persecutorias.
Entretanto, procederé a enviar una demanda notarial al exsacerdote Vidal, exigiendo que presente pruebas de mi supuesta expulsión o publique una rectificación. Si no lo hace en breve, iniciaré acciones legales contra él, contra Jesús Bastante y contra Religión Digital del modo más agresivo que la ley permita.
Haré lo mismo con los medios de medio pelo que han reproducido la noticia por razones puramente ideológicas y sin la más mínima ética periodística.
Ahora ya conocen no solo lo que pasó, sino también lo que va a pasar.
Increíble hasta donde llega la maldad y el deseo de hacer daño! Estás en nuestras oraciones Alejandro! Te queremos mucho! Sigue haciendo el trabajo de Dios 🙏🏻❤️
Esto es terrible, Sr. Alejandro.
¿Qué más se puede hacer? ¿Cómo podemos ayudarlo? Cuente con nuestras oraciones y que Dios lo bendiga y proteja.