¿Un lobo vestido de Ángel?
El famoso “Padre Ángel” en España comienza a irritar a los fieles, pese a la inacción de los obispos y la protección de los poderosos
El Padre Ángel, fundador de “Mensajeros de la Paz”
Hay personajes que no se explican por lo que realmente son, sino por lo que representan para una sociedad profundamente secularizada. En Francia, durante décadas, ese icono fue el Abbé Pierre: sacerdote carismático, mediático, amado por la izquierda, alabado por una cultura que solo tolera un tipo de cristianismo: el cristianismo desdentado, puramente asistencial, políticamente correcto y dócil ante las agendas progresistas. Ese tipo particular de “curita bueno” siempre disponible para la televisión y cuidadosamente alejado de cualquier defensa pública de la moral católica.
En España, ese papel lo ocupa el Padre Ángel García Rodríguez, fundador de Mensajeros de la Paz: él es la versión ibérica del modelo Abbé Pierre. Y -que quede claro- no porque comparta sus crímenes sino porque ocupa el mismo nicho simbólico: el sacerdote mediático, usado como “limpiacaras de los políticos”, celebridad benéfica, intocable por los obispos, y convertido por el sistema en un tótem.
Pero ahora, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, la factura de esa canonización secular le empieza a llegar al Padre Ángel.
El precedente francés: Abbé Pierre
El Abbé Pierre, fundador de Emaús
Conviene recordar el paralelismo porque es más que un recurso retórico: es una advertencia histórica.
El Abbé Pierre (nacido Henri Grouès), fundador del movimiento de servicio a los pobres llamado Emaús, fue “canonizado” en vida por la prensa francesa. Fue “el santo de los pobres”, la cara amable de la Iglesia ante un mundo que despreciaba la doctrina católica pero necesitaba un religioso dócil para tranquilizar su mala conciencia. Los obispos lo protegieron, los políticos lo exhibieron y la cultura progresista lo idolatró.
Murió el 2007 en olor de santidad secular… y solo en 2024 se reveló su historial monstruoso y hasta entonces desconocido: por lo menos 57 mujeres abusadas sexualmente, entre ellas varias menores.
Nadie está insinuando que el Padre Ángel tenga vida moral doble o se acerque remotamente a esa perversión. El punto es otro: la canonización mediática crea impunidad y la impunidad genera abusos, no necesariamente sexuales, pero sí institucionales, doctrinales, litúrgicos y administrativos.
Ese es el espejo en el que la Iglesia en España debería mirarse.
La construcción de un mito
Según su biografía oficial, Ángel García Rodríguez nació en La Rebollada en 1937, fue ordenado con 24 años, y cofundó La Cruz de los Ángeles, una institución dedicada a protejer a la niñez vulnerable, que más tarde se convertiría en Mensajeros de la Paz.
Pero el personaje público que se ha construido (o que ha permitido que se construya) tiene tintes de culto narcisista. Él mismo ha optado por borrarse el apellido: quiere ser “el Padre Ángel”, igual que “el Abbé Pierre”. Figura única, fácilmente mercadeable, siempre delante de un micrófono.
Su estética no es casual: su infaltable corbata roja -nunca vestido de clérigo- y su chalina roja “al estilo socialista”, como parte de una puesta en escena repetida por otros personajes de eclesialidad laxa, como la religiosa Lucía Caram.
Luis Fernando Pérez Bustamante lo resumió con un golpe maestro en Infocatólica:
“Alguna vez me he preguntado a quién se le ocurrió aquello de ‘quiere ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro’.
Pero tengo pocas dudas de que, quien fuera el autor, estaba pensando en el Padre Ángel. Yo no he conocido a nadie en mis 41 años de vida con tanta obsesión por aparecer en los medios”.
Aparecer: ese es el verbo fundamental. La misión se ha convertido en espectáculo, la caridad en plataforma y la presencia mediática en escudo.
Infocatólica también compilado un historial de declaraciones y acciones que, en cualquier sacerdote normal, habrían desencadenado una corrección episcopal inmediata:
Asegura que “la familia no está en crisis lo diga quien lo diga y aunque se diga en la Plaza de Colón”. La Plaza Colón es el emblemático punto de encuentro en Madrid donde se reúnen los movimientos pro vida y pro familia para denunciar las consecuencias catastróficas de las políticas socialistas.
En su intervención en el Foro de la Nueva Economía, donde fue presentado por el presidente del Congreso, el socialista José Bono señaló, respecto de las declaraciones de la Conferencia Episcopal Española sobre que aquellos que apoyen la Ley del Aborto no pueden comulgar porque están en pecado: “en el siglo XXI ni se debe hablar de excomunión ni de quemar”.
Se jacta de dar la comunión a políticos abiertamente proabortistas como José Bono y a “cualquier socialista” o miembro de Podemos.
Se enorgullece de bendecir uniones civiles de divorciados y homosexuales, y dice públicamente que lo hará de nuevo.
Esto no es una disputa opinable. Es un desafío frontal a la fe católica. Y, sin embargo, no ocurre nada.
El cura del progresismo
Una carta del Padre Ángel elogiando al anticatólico líder de Podemos Pablo Iglesias por su gestión del COVID -algo que en sí mismo ya roza la ficción política: ¿Hay algún político que merezca ser felicitado por la manera como se manejó el COVID en España?- desató un escándalo comprensible.
El mensaje de felicitación fue dado a conocer por la cuenta en X de Podemos. El mensaje: “¿ven católicos? un cura no solo no nos critica, sino que nos bendice”
Peor fue la explicación: Ángel dijo que la carta “fue enviada a muchas personas”, y que lo que le sentó mal no fue la manipulación del grupo político para provecho grupal, sino “la versión que han querido hacer después”.
“No me siento utilizado [por Podemos], me ha sentado mal la versión que han querido hacer después [los críticos católicos]”
Es decir, no le molestó el uso político, sino la crítica de los católicos escandalizados.
Una vez más, el patrón del Abbé Pierre: Puedes golpear a los católicos, puedes quedar bien con el poder y nada te pasará.
San Antón: de templo a plataforma
El “cuartel general” de Mensajeros de la Paz es la iglesia de San Antón en Madrid. Y lo que ocurre allí es un ejemplo extremo de cómo un sacerdote mediático puede hacer lo que ningún otro podría sin ser suspendido inmediatamente.
El templo ha sido utilizado como escenario de actos políticos y sociales controvertidos, como un homenaje a los diez años de la muerte de Pedro González Zerolo, un socialista y activista LGBT que logró el derecho al “matrimonio” y a la adopción de las parejas homosexuales, muerto el 2015.
El homenaje generó malestar en el arzobispado de Madrid… pero Ángel nunca recibió la llamada de atención que merecía.
Además, según el diario El Mundo, el proyecto solidario en San Antón ha ido degenerando, al punto que esto es lo que dicen los vecinos:
“Llevamos 10 años soportando la inmundicia. Esto es un calvario. Aquí viene lo peor de lo peor. Después de acudir a por el desayuno o el bocadillo, lo dejan todo hecho un asco. Trapichean con droga y un día cuando recogía a los niños del colegio me encontré a dos fornicando en un colchón. Les llamé la atención y se me encararon. Algunos son peligrosos y a algún vecino le han amenazado con cortarle el cuello”.
El culto en el templo ha desaparecido, y ya no es, de facto, una iglesia católica. Siempre según El Mundo,
“nada más entrar en el templo, el visitante se encuentra con una despensa solidaria con paquetes de pasta y arroz; los reclinatorios han sido reconvertidos en bancos de comedor; el altar está tapado por una cortina roja; varios televisores con altavoces están colocados en las esquinas y las paredes se encuentran repletas de letreros”.
Ángel, con su megáfono mediático, ha arremetido contra los pobres vecinos, diciendo que el templo “es una casa de misericordia” y que los indigentes “son unos santos”... mientras el Arzobispado de Madrid solo ha expresado “su deseo de que exista una buena relación entre los residentes y la atención a los pobres”.
Pero la parte más importante del artículo de El Mundo es esta:
“Los vecinos son conscientes de que nadie se atreve a tomar medidas porque el Padre Ángel es una figura muy mediática, pero exigen al Arzobispado que pida la devolución del espacio y al Ayuntamiento que tome cartas en el asunto para resolver este conflicto”.
La Catedral de Justo: otra traición
La catedral de Justo Gallego es una rareza de esas que son solo posibles en España. El modesto albañil decidió construir un monumento personal pero profundamente católico. Justo -un hombre de fe, devoción a la Virgen del Pilar y al Apóstol Santiago- lo concibió como un templo mariano, construido con material sobrante y reciclado a lo largo de sesenta años y que debería ser un homenaje a la patrona de España luego que la Virgen lo curara de una tuberculosis.
Tras la muerte de Justo el 2021 -a los 96 años-, el edificio, que se encuentra en Mejorada del Campo, un municipio al este de Madrid, fue donado al Padre Ángel. Hoy, Mensajeros de la Paz ha convertido lo que debía ser el baptisterio del templo en un espacio para rezo musulmán y un “oratorio multiconfesional” que puede funcionar como sinagoga.
Algunos residentes añaden que, tras la llegada de la ONG, desaparecieron imágenes de santos y se introdujeron elementos ajenos al estilo del albañil, como banderas o figuras decorativas. Otros critican que el recinto de 4.700 metros cuadrados se utilice también como espacio para celebraciones sociales, lo que consideran incompatible con el objetivo inicial de Justo.
Mensajeros de la Paz, en cambio, defiende la iniciativa. En su página web describen la obra como «Un espacio para acoger a todos, hombres y mujeres, ricos y pobres, para los que creen y para los que no creen, un lugar de encuentro para distintas religiones».
En resumen, la soñada catedral se ha convertido en una especie de templo masónico, donde la ideología es la que dicta el uso de los espacios y no el sentido práctico, porque los musulmanes de Mejorada del Campo ya tienen una mezquita cerca del centro del municipio y no utilizan el espacio creado por Ángel.
También los vecinos de Mejorada piden que la Iglesia intervenga... pero creen que eso no es posible porque el fundador de Mensajeros de la Paz, una vez más, “es demasiado poderoso“.
Dinero, política y silencio episcopal
Pero ¿por qué es poderoso el Padre Ángel?
Porque es útil para el corrupto sistema político español, dominado por la izquierda secularista. Ángel hace todos los anuncios bonitos, limpia conciencias, posa para las fotos, y a cambio los políticos le abren las arcas del Estado y de las fundaciones.
Porque maneja recursos, relaciones y favores.
Porque financia causas abiertamente contrarias a la fe: Infovaticana lo señala detrás del sostenimiento de Religión Digital, un medio que difunde herejías, apoya “ordenaciones” sacrílegas -como la de de una lunática española que dice ser “obispa” y “sucesora de los apóstoles”- y da cobertura a personajes condenados por la otrora Congregación para la Doctrina de la Fe.
Porque los obispos españoles han decidido no enfrentarlo. Y él lo sabe y lo dijo sin rubor cuando señaló que “Yo me llevo bien con los obispos, pero no sé cómo se llevan ellos conmigo”. Chulería en estado puro, como dirían los españoles.
Cuando un sacerdote se convierte en una franquicia personal, una ONG clerical y una marca mediática, la estructura eclesial queda secuestrada por la imagen pública del individuo.
Si mañana hubiera problemas legales -por gestión, por seguridad, por mal uso de templos, por irregularidades administrativas- la responsabilidad recaerá también sobre quienes permitieron su descontrol. La Conferencia Episcopal Española, y particularmente el Arzobispado de Madrid, están generando un pasivo histórico real.
El mito se agrieta
Si hay algo de positivo en todo esto es que la grieta ya está abierta:
Los vecinos de San Antón se rebelan.
Los de Mejorada del Campo exigen intervención.
Varios diarios, como El Mundo y La Gaceta denuncian públicamente el caos.
Portales católicos como Infocatólica e InfoVaticana documentan sus desafíos doctrinales.
Lo que en Francia nunca se atrevieron a hacer con el Abbé Pierre -y la verdad explotó demasiado tarde- está empezando a ocurrir en España: la gente pierde el miedo al mito.
El Padre Ángel ha abusado del capote y ha hecho una verónica de más, como dirían los taurinos. El blindaje mediático ya no basta. Los abusos de espacio, doctrina y autoridad ya no se pueden esconder bajo chalinas rojas.
Y de paso, nos deja una lección tan invalorable como involuntaria: el cristianismo que el mundo aplaude siempre es sospechoso, y cuando un sacerdote es querido por todos los anticlericales, por todos los progresistas, por todos los medios hostiles a la Iglesia, debemos preguntarnos: ¿A quién está realmente sirviendo?
La caridad es imprescindible. Pero la caridad sin verdad -o contra la verdad- se convierte en filantropía mundana.
El Abbé Pierre fue un espejo de esta verdad que los franceses se atrevieron a mirar demasiado tarde. España todavía está a tiempo.





En la sociedad del espectáculo, incluso la fe se ve atravesada por la sucia lógica de la validación mediática. A veces coqueteamos con los limitados criterios de este mundo con pretexto de evangelizar nuestro siglo, pero al hacerlo solemos corrompemt el mensaje de Cristo. Al final del día, la bienaventuranza más bella está dirigida a los perseguidos por causa del Evangelio.
"Invalorable como involuntaria: el cristianismo que el mundo aplaude siempre es sospechoso, y cuando un sacerdote es querido por todos los anticlericales, por todos los progresistas, por todos los medios hostiles a la Iglesia, debemos preguntarnos: ¿A quién está realmente sirviendo?"
Tomé esta cita porque me parece que termina con una pregunta demasiado general, y "anamatizante".
Aclaro: no conozco NADA de ese P. Ángel y sus Mensajeros de la Paz. Podría ser un verdadero canalla, a quien Dios le pedirá cuentas por desorientar a SU REBAÑO, o peor, por perderlo.
En mi país, Uruguay, hubo un cura a quien la Iglesia -en general- en su momento, no le prestó demasiada atención. Optó por vivir entre la gente de los albañales. Dijo que quería encontrar ENTRE ellos a Jesús. Obtuvo permiso de su obispo. Y allí vivió, sin querer llevar nada, sino aprender a vivir con y como ellos. Un rancho alumbrado con velas de parafina, un camastro, y una mesa/escritorio para encontrar semejanzas al Maestro entre el vecindario.
Viendo la miseria en que todos vivían, llevó adelante el Movimiento por una Vivienda Decorosa. No fue una organización de protesta, sino proponer y encender la llamita para que los vecinos se organizaran y comenzaran a ayudarse para -entre todos- construir hogares más acogedores. Cinco, ocho, cien. No lo sé. Llamó la atención a alguna prensa, y le preguntaban por qué. Él simplemente se refería al texto evangélico: "El Hijo del Hombre no tiene ni una piedra para reposar su cabeza", y que a él, al "Cura Cacho" -más brevemente, "Cacho"- (bautizado Ruben Isidro Alonso), eso que le pasaba a Jesús y a sus vecinos le parecía mal...
¿De qué vivían sus vecinos? Algunos, posiblemente, de la delincuencia. Pero otros, la mayoría- del honrado trabajo de salir, cada día, con un carro tirado a sangre animal (o humana), a recorrer los barrios más pudientes, revolviendo contenedores y tachos de basura, para rescatar mendrugos de pan, una caja con pedazos de pizzas sin terminar, una silla desvencijada, cartones, plásticos o un bidé. Lo que no se comía se intercambiaba o se vendía en una especie de "tienda de los milagros" semanal. Ésos eran los vecinos que Cacho visitaba, para consolarlos, animarlos, hacerles sentir que "El Verbo había puesto su rancho ("su carpa", para ser más fiel al texto original) entre ellos".
Para estos miserables, ocultados en cualquier recorrido turístico de la capital, no había un solo tipo de atención oficial. Cacho pidió a la Intendencia, entonces, que no se les expulsara mientras "requechaban comida", que se les permitiera ir por las calles en sus mismos carros -que estos recolectores-hurgadores se comprometían a mantener aseados, igual que a la bestia (caballo, asno, mula) que los arrastraba, a cambio de que pudieran mostrar una matrícula de empadronamiento. Así, dejaron de ser perseguidos y/o alejados como a los leprosos del tiempo de Jesús.
Las miserias que vivía Cacho se hicieron sentir. Siempre delgado, en aquel ambiente de mucho frío, aguas servidas, y lo que se pueda imaginar, enfermó de cáncer. No quiso dejar a "su gente", hasta que esa misma gente lo convenciera "Vaya a morir en la casa parroquial", a pocas cuadras de ahí.
Cacho falleció a los 63 años. Fue conducido a su destino final en el carro más limpio y "refistoleado" que el barrio nunca haya visto. Lo seguía "su rebaño", el obispo, y muchos curas, monjas y laicos que de alguna forma lo habían acompañado en lo que él había definido como "su conversión personal a Jesus".
En setiembre de 2014, el Card. Daniel Sturla SDB, Arzobispo de Montevideo, abrió el Proceso hacia su Canonización. En febrero de 2017, el P. Ruben Isidro Alonso -Cacho-, fue declarado "Siervo de Dios".
Toda esta historia, para decir que, muchas veces, esos cristianos (simples fieles, o religiosos o presbíteros) que no caminan por los trillos eclesiásticos oficiales, sin recibir aplausos más que de "anticlericales, progresistas y hostiles a la Iglesia", a veces pueden estar más cerca de Jesús que algún encumbrado ministro eclesial.
Esto no lo aplico al mentado Padre Ángel, de quién hoy recién tuve noticias.