Un futuro santo con una lección para los obispos de hoy
El Papa Francisco ha aprobado la canonización de un poco conocido obispo mártir Armenio, cuyo heroísmo pastoral es un ejemplo para el Siglo XXI
El Beato Ignacio Maloyan cuya canonización ha sido aprobada por el Papa Francisco. Foto: ©Al Markazia
La primera vez en la historia en que se usó el término "genocidio" fue durante la brutal y sistemática masacre de Armenios cristianos, como parte del proceso de islamización, a manos del moribundo imperio turco a inicios del siglo XX.
Millones de cristianos murieron entre 1915 y 1917, en lo que los armenios aún hoy conmemoran como el Medz Yeghern (“El gran crimen perverso”).
El futuro santo
Choukrallah Maloyan, nació en Mardin, Turquía, y recibió su educación en el convento de Bzommar, en el Líbano, donde demostró una ferviente dedicación a su fe. Su pasión por la Iglesia católica lo llevó a ser ordenado sacerdote el 6 de agosto de 1896. Durante su estancia en el Instituto Bzommar, se sintió profundamente inspirado por la vida y las enseñanzas del gran Padre de la Iglesia San Ignacio de Antioquía, lo que le llevó a adoptar el nombre de Ignacio en memoria del venerado santo.
Tras su ordenación, Ignacio Maloyan fue párroco en Alejandría y El Cairo, Egipto, de 1897 a 1910. Fue reconocido por su dedicación pastoral y su inquebrantable compromiso con los fieles a los que servía. En 1904, fue nombrado asistente del Patriarca Boghos Bedros XII, pero lamentablemente la infección de un ojo y serios problemas respiratorios lo obligaron a regresar a Egipto.
En un esfuerzo por restablecer el orden y la disciplina, el futuro santo fue enviado a la diócesis de Mardin, su ciudad natal. Su dedicación y liderazgo fueron pronto reconocidos, y el 22 de octubre de 1911 fue consagrado arzobispo de Mardin. En este cargo, trabajó incansablemente con la minoría católica armenia, promoviendo la unidad y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Trágicamente, el estallido de la Primera Guerra Mundial trajo consigo un período oscuro para los armenios residentes en Turquía. A medida que se intensificaban las persecuciones, especialmente contra los cristianos, Ignacio y sus correligionarios se enfrentaron a un grave peligro. El 30 de abril de 1915, soldados turcos rodearon el obispado y la iglesia católica armenia de Mardin, acusándolos falsamente de albergar armas secretas.
El Martirio
Maloyan fue arrestado y llevado encadenado al tribunal junto con otras veintisiete personalidades católicas armenias.
Cuando el jefe de policía, Mahmdouh Bey, les exigió que se convirtiera al islam, el obispo recibió un golpe en la cabeza con la culata de la pistola del jefe ante su rotunda negativa y fue encarcelado.
Obligado a marchar por el desierto junto con otros trescientos deportados, tras una caminata de dos horas, los prisioneros hambrientos y encadenados fueron masacrados delante del obispo, para intimidarlo y forzarlo a renunciar a su fe. Ignacio no solo alentó a los fieles, como la madre de los Macabeos, sino que se negó por última vez a aceptar el Islam:
«Les he dicho que viviré y moriré por mi fe y mi religión. Me enorgullezco de la cruz de mi Dios y Señor»
Furioso, el propio Bey le disparó en la nuca. Las últimas palabras de Maloyan, agonizando, fueron:
«Dios mío, ten piedad de mí; en tus manos encomiendo mi espíritu»
Después de que la población kurda local despojara de sus ropas a las víctimas, estas fueron recogidas, rociadas con gasolina y quemadas. No quedaron restos mortales ni del santo obispo ni de sus compañeros mártires.
El papa Juan Pablo II lo beatificó el 7 de octubre de 2001.
Perdón por mi duda razonable, pero cuando esto sucede y no quedan restos del Obispo ni de ningún testigo cristiano, cómo se sabe cuáles fueron las últimas palabras del Obispo? Cómo investigan eso? Acaso los mismos turcos lo contaron tal y como se pronunciaron las palabras?