Un espectáculo escandaloso en la Plaza de San Pedro
La conspicua "farándula" vaticana prepara un evento extravagante que solo ayudará a desacralizar la Basílica y escandalizar a los católicos del mundo
Este sábado 13 de septiembre, la Plaza de San Pedro —corazón del catolicismo y lugar histórico donde los primeros cristianos fueron martirizados por su fe, incluido el mismo Vicario de Cristo, san Pedro— será escenario de un espectáculo tan llamativo como escandaloso.
El cardenal Mauro Gambetti, presidente de la Fundación Fratelli Tutti y arcipreste de la Basílica de San Pedro, ha organizado la clausura del “Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana 2025” con un mega concierto titulado “Gracia para el Mundo”. El evento comenzará el sábado 13 de septiembre a las 20:00 y se transmitirá en directo a nivel global por Disney+, Hulu y ABC News Live. El acceso a la Plaza de San Pedro abrirá a las 18:00.
Según la descripción oficial:
"Impulsado por la Basílica de San Pedro, la Fundación Fratelli Tutti y la asociación Be Human, el Encuentro llega a su tercera edición como un espacio plural, arraigado en la fraternidad. Una inteligencia relacional que abraza las diferencias, tiende puentes entre generaciones y culturas, inspira decisiones personales y orienta las políticas públicas".
Los organizadores prometen una velada “única”, “gracias a un espectacular despliegue de 3500 drones que iluminarán el cielo sobre la Cúpula de San Pedro”.
Un inmerecido desplazado
El problema no es solo estético. Este evento —que convertirá a la Basílica en telón de fondo del secularismo y a la Plaza en un espacio de frivolidad y contoneo— ha desplazado al Concierto Mundial por la Paz “Sonido de la Paz”, que debía celebrarse en la Plaza Pío XII —el gran rectángulo aledaño a la Plaza de San Pedro — el 21 de septiembre con motivo del Día Mundial de la Paz.
Ese concierto, de música clásica, patrocinado por el Jubileo 2025 y la Fondazione Pro Musica e Arte Sacra, estaba concebido para no invadir la Plaza de San Pedro. Además, los fondos recaudados habrían sido destinados por el Papa León XIV a los lugares más azotados por la violencia: Ucrania, Gaza, Somalia, el Congo o Nigeria.
Ahora, por la cercanía con el disparate de Gambetti, este concierto ha debido posponerse hasta mayo de 2026, ya fuera del marco jubilar, pese a haber sido programado antes.
Secularismo y mundanidad
La figura central en la publicidad del evento es Andrea Bocelli, tenor italiano de renombre, católico practicante y defensor de la vida. Pero a partir de allí, la lista de estrellas se vuelve difícil de comprender y, en algunos casos, imposible de aceptar.
Entre ellas destaca Karol G, artista colombiana de reguetón y pop urbano. Sus letras —misóginas, pornográficas y repugnantes— hacen pensar en “una Bad Bunny en mujer”. El P. Javier Olivera Ravasi ha recopilado ejemplos abominables de sus canciones en un post en su cuenta de X, denunciando públicamente el escándalo.
El cardenal Gambetti justificó la invitación a Karlo G alegando su “identidad latinoamericana” y el impacto (por mí desconocido) de su “labor social” con mujeres y niños.
La lista continúa con John Legend, un decente cantante multipremiado, pero conocido también por su vida personal marcada por fecundación in vitro, maternidad subrogada y un aborto declarado por su esposa, Chrissy Teigen.
Le siguen la premiada actriz y cantante Jennifer Hudson, el tailandés de K-Pop BamBam, el rapero cristiano Jelly Roll y la cantante africana/francesa Angélique Kidjo, entre otros.
Nadie niega que la Iglesia pueda trabajar con personas imperfectas —¿quién no lo es?—. La cuestión es otra: ¿qué propósito tiene convocar a estas figuras para un evento que atraerá multitudes, sí, pero a cambio de ofrecer un espectáculo puramente mundano, sin valor evangelizador alguno, auspiciado nada menos que por la Basílica de San Pedro?
El inútil propósito del evento
El anuncio oficial describe así el conjunto:
"El 12 de septiembre de 2025, quince mesas redondas temáticas transformarán Roma en un laboratorio de humanidades: administradores, empresarios, economistas, académicos, trabajadores sociales, estudiantes, deportistas y líderes espirituales se reunirán para recopilar buenas prácticas, compartir experiencias y proponer acciones concretas.El 13 de septiembre, los frutos de este trabajo se presentarán en la Asamblea de la Humanidad: un paso simbólico y operativo que inaugura un proceso sinodal internacional destinado a medir, definir y promover la fraternidad en la vida real.
El Encuentro Mundial no es un evento. Es una etapa de un camino."
La pregunta es inevitable: ¿“con qué rebanada de pan, con qué arepa, con qué tortilla se come este engendro”?
El lenguaje de la convocatoria es grandilocuente pero vacío, mundano hasta la caricatura. Es la retórica pomposa del progresismo global, que ha saturado de ideología sin sustancia y, en consecuencia, ha provocado la reacción de liderazgos pragmáticos como Donald Trump, Giorgia Meloni o Javier Milei. Si el progresismo condena este fenómeno como “una anomalía grave” o “un giro al autoritarismo”, la culpa es de ellos. Ellos son quienes lo han provocado.
Tarea pendiente para el Papa León XIV
Todo esto confirma que una de las muchas tareas urgentes del Papa León XIV es despojar a la Iglesia de esta farándula mundana, que confunde la misión de evangelizar con la banalidad de convertir la Plaza de San Pedro en escenario de espectáculo vacío.
Evangelizar, “ir a las periferias” o hacer de la Iglesia el anhelado “hospital de campaña” no consiste en introducir el mundo —en el peor de sus sentidos— dentro de la Iglesia; sino en llevar la Iglesia al mundo como sacramento de salvación.