Un ejemplar sacerdote argentino es "misericordiado"
El P. Alejandro Gwerder, un sacerdote de Mercedes-Luján (Argentina) fiel a la doctrina, ha sido expulsado del sacerdocio por el Dicasterio para el Clero, a pedido de su Arzobispo
El P. Alejandro Rodolfo Gwerder, despojado de su sacerdocio por el Arzobispo de Mercedes-Luján en Argentina
El P. Alejandro Rodolfo Gwerder, otro clérigo que no se vendió al club de sicofantes del pontificado, ha sido injustamente relevado de su sacerdocio, sin derecho a defensa y sin más razón que la expresada por una carta no firmada de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján. Es decir, en el lenguaje eclesiástico actual, fue "misericordiado".
¿Misericordia?
"Misericordiar" es el irónico e inexistente verbo que se refiere a la arbitrariedad, la injusticia, la prepotencia y la falta de debido proceso con la que varios clérigos alrededor del mundo, entre obispos y sacerdotes, han sido destituidos de sus funciones porque una turba izquierdista así lo pedía, o porque simplemente destacaban demasiado en medio de una clerecía mediocre, envidioso y no pocas veces corrupto. Y hace también referencia al hecho de que todas estas arbitrariedades han ocurrido bajo el pontificado que ha proclamado la misericordia como piedra fundamental, y ha repetido que la iglesia es de "todos, todos, todos".
Nadie describió mejor esta contradicción que Mons. Daniel Fernández Flores, destituido como obispo de Arecibo (Puerto Rico) por el Papa Francisco el 9 de marzo de 2022, cuando tenía 57 años y era el obispo más eficaz y con más vocaciones de la isla.
"Lamento mucho que en la Iglesia donde se predica tanto la misericordia, en la práctica algunos carezcan de un mínimo sentido de la justicia..." una iglesia donde "se sustituye a un sucesor de los apóstoles sin emprender ni siquiera lo que sería un proceso canónico deberoso para destituir a un párroco".
¿El crimen del joven obispo misericordiado? En las palabras de su "hermano" el Arzobispo de San Juan, Mons. Roberto González Nieves "es acusado de falta de apoyo, poca flexibilidad y crear fricción y tensión innecesaria en el diálogo".
El Caso del P. Gwerder
El P. Alejandro Gwerder, un converso del luteranismo, fue durante años párroco de la Inmaculada Concepción en Rawson, un pequeño pueblo en las pampas a las afueras de Buenos Aires. Con gran devoción litúrgica, restableció la belleza y reverencia en el culto, celebrando en ocasiones la Misa Tradicional en Latín; y convirtió la pequeña parroquia en un imán de jóvenes devotos, que la convirtieron en el punto de partida de la anual peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad.
Pero llega el 2019 y su arzobispo en la arquidiócesis de Mercedes-Luján, que incluye al gran santuario nacional de la Patrona de Argentina, es reemplazado por Mons. Jorge Scheinig, un hombre que sus críticos llaman “de lo peor que ha producido el pontificado de Francisco”. La calificación es una hipérbole, pero lo cierto es que como Arzobispo es por ahora recordado por coronar y revestir a la Virgen patrona de la Argentina con un vestido adornado por tres estrellas. ¿Las tres personas de la Santísima Trinidad? ¿Las tres virtudes teologales? No: en sus propias palabras por las tres copas que Argentina ha ganado en un mundial… porque "eso representa a nuestro pueblo".
Fue el mismo arzobispo que tuvo que disculparse con el pueblo argentino luego que permitió que una Misa celebrada en el Santuario Nacional de Luján, que debía ser "por la paz y unidad nacional", terminara convirtiéndose en una manifestación política de la entonces gobernante pandilla peronista-kirchnerista. ¿Su comentario ante el escándalo? "Metí la pata".
Aguijoneado por parte de su clero, Scheinig comenzó a hacerle la vida difícil al P. Gwerder a quien mandó de “sabático” y expulsó de su parroquia.
Pero el P. Gwerder siguió celebrando la Misa y reuniendo una multitud de fieles en una quinta que le ofreció una familia local.
La multitud de fieles, a quienes predicaba la doctrina tradicional de la Iglesia, fue percibida como una “insurrección”, y por tanto, se le inició un proceso canónico sumario.
Finalmente, en enero de este año, el arzobispado emitió un comunicado sin firma anunciando que el Dicasterio del Clero lo había dimitido del estado clerical por “delitos contra la obediencia y la comunión”.
En una carta pública, el P. Gwerder aceptó el injusto decreto, pero explicó las razones de su posición:
Entiendo que mi objeción de conciencia parece lacerar la unidad visible de la Iglesia. Pero no puedo actuar de otro modo…
La misión del ministro de Dios es procurar que los fieles sigan a Cristo, no a la persona del ministro. Es mi deseo que todos conozcamos al Pastor verdadero, y lo sigamos sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda. Y que nuestra resistencia a ciertas voces no sea entendida como realizada por gusto de rebelión o desobediencia, sino porque deseamos ser ovejas del Buen Pastor, las cuales no siguen a un extraño, sino que le huyen, porque no conocen la voz de los extraños.
El problema con los misericordiados
¿Podría acusarse al P. Gwerder o a otros "misericordiados" de tener faltas reales, como haber criticado impropiamente al pontífice? Sin duda. Algunos sí. Es el caso del obispo "misericordiado" en Estados Unidos, Joseph Strickland, que en más de una ocasión se fue de boca criticando al Papa Francisco. Sancionarlos es prerrogativa del Papa. Pero el problema que hiere significativamente la credibilidad pontificia es cuando los clérigos castigados con la dimisión de su estado o la supresión de su sacerdocio no solo suelen destacan en virtud, sino que son mucho menos merecedores de los fulminantes castigos que reciben cuando se los compara con los numerosos clérigos corruptos, incompetentes y fuente de escándalo a los que no solo se les permite seguir adelante sin castigo alguno sino que muchas veces son premiados solo por ser sicofantes de la "sinodalidad" y de Fratelli Tutti.
Los ejemplos sobran. Pero el caso más egregio es tal vez el del P. Iván Rupnik, un comprobado violador serial y blasfemo, que como antiguo jesuita y amigo del Papa Francisco, no solo se libró de una merecida excomunión, sino que se le permitió salir de la Compañía de Jesús para quedar fuera de la obediencia, y luego, con apoyo del Vaticano, se incardina en la diócesis de Korper en su natal Eslovenia, y es autorizado a residir en una confortable villa a las afueras de Roma, donde sigue con su trabajo "artístico"; mientras el Vaticano sigue exponiendo su "arte" en sus páginas oficiales, para dolor y escándalo de sus víctimas.
El caso de Rupnik, pese lo comprobado de sus abusos y su escandaloso perfil público, ha sido arrastrado por más de cinco años sin sanciones reales. Y cuando se le preguntó al Cardenal Víctor Manuel Fernández por qué demoraba tanto su proceso en Doctrina de la Fe, respondió cínicamente que en el dicasterio "hay casos quizás más graves pero menos publicitados".
¿Más graves que el escándalo público producido por una figura promovida por el Papa? Y si es así -y no quiero saber qué han hecho esos sacerdotes “peores”-, por qué Rupnik o sacerdotes que son peores que él, reciben todos los beneficios del debido proceso, a diferencia de los clérigos acusados de haber "atentado contra la unidad" y la “sinodalidad”?
Esta evidente arbitrariedad no puede dejar de ser ignorada como causa real de profunda división en la Iglesia. Ninguna explicación de los sicofantes tratando de justificar este abuso, que se ha convertido en un patrón de conducta del pontificado, alivia la frustración entre muchos fieles que ven estos episodios con sus propios ojos.
Y es constituye un serio problema eclesial que, cuando llegue el momento, los cardenales tendrán que tener en cuenta cuando se reúnan a elegir al próximo Sucesor de Pedro.
Sirmpre me quedo asombrada con estas historias. Siento profunda tristeza y vergüenza. Sin embargo, me adhiero más a la única fé verdadera y mis ganas de rezar aumentan, por tanto sacerdote mal tratado, mal juzgado, castigado injustamente. Pero Dios que todo lo ve, sabe el momento en que llegará su Justicia! También oro por el Papa. Cuánto necesita de nuestra oración! Satanás no lo ha dejado en paz!
Gracias Alejandro!