La foto: el 007 del Vaticano es 000 en honestidad
¿Qué hacía Monseñor Jordi Bertomeu celebrando la expulsión de sodálites junto con mis acusadores, cuando él debía ser un investigador imparcial nombrado por el Papa?
De izquierda a derecha: Paola Ugaz, John Allen Jr., su esposa Elise, Pedro Salinas, Jordi Bertomeu y Renzo Orbegozo
El diario El Español, que recientemente reveló las sospechosas conexiones entre un oscuro empresario catalán y Jordi Bertomeu —el funcionario vaticano al que su séquito gusta llamar “el 007” o incluso “el Van Helsing” (cazador de brujas) de la Iglesia—, ha publicado este 9 de abril un nuevo y explosivo artículo titulado: "Las 'amistades peligrosas' de monseñor Bertomeu, el agente 007 del Vaticano: conflictos de interés y borrado de webs"
La evidencia gráfica
Firmado por Jorge Calabrés, subdirector del diario, el artículo gira en torno a una reveladora —y hasta ahora desconocida— fotografía (ver arriba) que muestra a Bertomeu celebrando junto a la periodista peruana Paola Ugaz, John L. Allen (fundador del portal de noticias Crux), su esposa y periodista Elise Ann Harris, Pedro Salinas y Renzo Orbegozo, exmiembro del Sodalicio.
"Lo más llamativo son el lugar y la fecha: la fotografía fue tomada en la casa de la pareja Allen en Roma apenas un día después de la expulsión de varios miembros del Sodalicio de Vida Cristiana por orden del Vaticano".
La imagen, en otras palabras, confirma lo que muchos ya sospechaban: que Bertomeu, en lo que respecta a honestidad e imparcialidad, es en realidad un "000". En el caso del Sodalicio, ha actuado como juez, parte, jurado y ejecutor.
Calabrés detalla que, tras la publicación de su anterior investigación, no solo comenzó una “limpieza” digital de los rastros comprometedores del empresario Manel Riera —sospechoso colaborador de Bertomeu—, sino que:
"se desató una campaña mediática en defensa de Jordi Bertomeu. El medio católico progresista Religión Digital aseguró que existía 'una campaña de desinformación' y acusó a diversos medios de ser 'sicarios mediáticos' que participan en la viralización de 'fake news' sobre Bertomeu".
Pedro Salinas, autoproclamado periodista independiente, también se sumó a los ataques contra El Español. En un extenso video de dos horas subido a YouTube, se refiere al periódico como "esa cosa", denuncia ataques "travestidos en plan drag queen" y califica la investigación como una maniobra de "payasos".
Sin embargo, Calabrés responde con hechos:
“Pedro Salinas fue condenado en 2019 por "difamación agravada" tras atacar al arzobispo de Piura. Sus métodos han sido expuestos en detalle por el abogado peruano Percy García Cavero en el libro ‘El caso Pedro Salinas en la Justicia del Perú’, donde se examinan sus tácticas difamatorias y su evidente falta de rigor periodístico”.
Pero el periodista español regresa a la fotografía y a su gravedad, y apunta que Paola Ugaz es “colaboradora” del diario socialista La República, medio que ha publicado 69 artículos entre marzo de 2024 y febrero de 2025 en contra del Sodalicio o sus miembros, "la gran mayoría abogando por la disolución de la organización".
"Paola Ugaz no solo es una de las principales autoras de estos artículos, sino que, cuando no los firma, es citada como fuente principal por sus compañeros. La otra fuente recurrente en estos artículos es, nuevamente, Pedro Salinas."
Calabrés revela que, tras la publicación de su primer artículo —el que provocó la apoplejía de la "barrita brava" de Bertomeu— “varias fuentes anónimas han revelado datos concretos sobre la cercanía entre Jordi Bertomeu y los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz".
"La fotografía muestra un claro momento de celebración con lo que aparenta ser vino, en una gran complicidad entre los invitados. La cercanía de Jordi Bertomeu con las voces más críticas del Sodalicio es evidente, pese a su papel encargado de una investigación por parte del Vaticano —una figura a medio camino entre un fiscal y un juez en el mundo civil—. Su proximidad manifiesta con los militantes de la disolución, una de las partes involucradas en el caso, suscita interrogantes sobre la imparcialidad y calidad del proceso de disolución."
La parcialidad de Bertomeu
Yo fui uno de los acusados por Bertomeu cuya expulsión se estaba celebrando en esa imagen. Y puedo dar testimonio de que todo el proceso de investigación contra mí y mis hermanos fue opaco, arbitrario y violatorio de los más mínimos estándares del debido proceso. Bertomeu no fue solo ejecutor, sino titiritero escondido.
Para empezar, ningún documento emitido durante el proceso contra mí fue firmado por él. Jamás me dirigió una pregunta directa, ni ofreció oportunidad alguna para ejercer mi legítima defensa ante él.
Las acusaciones en mi contra llegaron en un documento firmado por Mons. Philippe Curbelié, subsecretario del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y completamente desvinculado de la sección donde trabaja Bertomeu. Cuando un cardenal amigo le preguntó a Curbelié por qué había rubricado cartas que no correspondían ni a su departamento ni a su competencia, el prelado francés respondió, visiblemente incómodo: "porque me lo ordenaron".
Las acusaciones —cuya grotesca naturaleza compartiré cuando Bertomeu sea destituido en el próximo pontificado y el proceso sea oficialmente reconocido como ilegítimo— fueron firmadas por Pedro Salinas, Austin Iverigh, Elise Ann Harris, Dawn Eden Bronstein, Christopher White y una periodista que pidió mantener el anonimato, identificada únicamente como “Mrs. X”. En la fotografía revelada por El Español, aparecen dos de mis acusadores brindando con Bertomeu.
Por exigencia de Mrs. X, la carta de Curbelié —es decir, de Bertomeu— estipulaba que las acusaciones de 17 páginas, redactadas en español, italiano e inglés, no debían serme entregadas, sino solo leídas en voz alta. En otras palabras, se me prohibió siquiera sostener en mis manos las acusaciones que debía rebatir.
Tan pronto como recibí el contenido verbal de las acusaciones, envié una carta a Curbelié (ya que figuraba como firmante), con copia al cardenal Víctor Manuel Fernández -en su calidad de prefecto-, a Bertomeu y al nuncio apostólico en el Perú, Paolo Gualtieri.
En esa carta, además de reclamar el elemental derecho a la legítima defensa, expresé mi profunda preocupación:
"por un posible conflicto de intereses derivado de la relación entre algunos de mis acusadores y uno de los principales investigadores de mi comunidad en Lima, Monseñor Jordi Bertomeu."
Cité el libro Sin noticias de Dios, en el que:
"Pedro Salinas dedica más de un capítulo a describir en detalle su estrecha relación con Monseñor Bertomeu, a quien llama por su nombre de pila 'Jordi', desde principios de 2019. Su libro incluye descripciones de visitas a restaurantes romanos juntos, cervezas en la habitación de Monseñor Bertomeu en Roma y conversaciones íntimas que incluyen juicios compartidos y severos contra quienes ya consideran 'culpables' de ser 'abusadores', a pesar de que las investigaciones [del Sodalicio y de mí] aún estaban en curso."
También señalé como "inquietante" que Elise Harris publicara en Crux un artículo en el que no solo revelaba la existencia de la investigación, sino que incluía la lista exacta de los acusados, incluido mi nombre... antes de que esa información llegara a las autoridades del Sodalicio.
Es decir, acusé a Bertomeu no solo de parcialidad manifiesta, sino de filtrar información confidencial de un proceso que, oficialmente, debía ser reservado.
La recepción de mi carta fue confirmada por los sellos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Pero jamás obtuve una respuesta.
La única contestación provino del Nuncio Apostólico en el Perú.
Expulsión y Celebración
Después de presentar mi defensa ante un investigador independiente aprobado por el Vaticano —quien me declaró inocente y no punible—, llegó, sin más explicación, el decreto de expulsión cocinado por Bertomeu. Nunca firmado por él, sino por el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, bajo la prefectura de Sor Simona Brambilla... y rubricado por el Papa Francisco.
Mis acusadores —estos “periodistas” amigos de Bertomeu— incluso visitaron a Sor Simona para presionar por la supresión del Sodalicio. Aquí está la foto de esa reunión.
De izquierda a derecha: Jordi Bertomeu, Elise Harris, Renzo Orbegozo, Sor Simona Brambilla, Paola Ugaz y Pedro Salinas
Los acusadores del Sodalicio tienen pleno derecho a opinar y presionar en los dicasterios que deseen. ¿Pero qué hace Bertomeu, supuesto investigador imparcial, participando de esa reunión?
Todo indica que el Van Helsing del Vaticano ya había decidido, de antemano, a quiénes iba a eliminar. Todo lo demás —las cartas, las visitas al Perú, los artículos elogiándolo— fue simplemente kabuki, el exagerado teatro ritual japonés.
La verdad se va abriendo paso y va develando las intenciones de los corazones.
Es una lástima que una autoridad de la Iglesia valiéndose del poder que viene directamente de Dios, lo use para venganzas personales.
Ánimo Alejandro, el Señor es nuestra fortaleza!