La advertencia de un activista gay
Un veterano militante que luchó por la legalización del “matrimonio” gay, advierte de las graves consecuencias del fanatismo “trans”
Andrew Michael Sullivan
Andrew Michael Sullivan (nacido el 10 de agosto de 1963) es un comentarista político británico-estadounidense y un autor imprescindible. Ex editor de la revista liberal The New Republic, Sullivan se ha declarado conservador y católico practicante, pero al mismo tiempo se ha declarado gay militante, partidario del matrimonio legal para homosexuales.
Se trata sin duda de un hombre por lo menos paradojal: contrajo “matrimonio” homosexual y luego se “divorció”, se proclama seropositivo y consumidor diario de marihuana; pero al mismo tiempo se declara un católico practicante “de toda la vida”, y ha debatido a famosos autores ateos defendiendo la existencia del Dios y el valor del cristianismo.
En el año 2000, Sullivan creó un blog político muy popular, The Daily Dish, y posteriormente lo trasladó a plataformas conocidas, como la revista Time, The Atlantic y The Daily Beast. De 2016 a 2020, Sullivan fue redactor independiente para la prestigiosa revista liberal New York Magazine.
Demasiado conservador para las publicaciones liberales debido a su catolicismo, y demasiado liberal para los conservadores debido a su abierto activismo a favor del “matrimonio” homosexual, Sullivan ha quedado ideológicamente en la tierra de nadie.
Desde 2020, decidió emprender su propio camino y lanzó el boletín The Weekly Dish en Substack.
Este jueves 26 de junio, Sullivan publicó un artículo de opinión de formato largo en el New York Times titulado "How the gay rights movement radicalized, and lost its way" ("Cómo el movimiento por los derechos de los homosexuales se radicalizó y perdió su rumbo"), y en cuestión de horas, el artículo era tendencia en la conversación cultural en Estados Unidos, a la vez que blanco inmisericorde de las turbas "trans" y de ideología de género.
Qué pasa con el movimiento LGBT
Sullivan comienza explicando que en 2023, la Human Rights Campaign (HRC), el mayor grupo de derechos civiles de personas gays, lesbianas y transgénero del país, declaró un "estado de emergencia" para las personas gays, lesbianas y transgénero por primera vez en su historia. Sullivan destaca que HRC nunca había declarado una emergencia:
“cuando hombres homosexuales fueron encarcelados por mantener relaciones sexuales en privado, cuando la epidemia del SIDA cobró la vida de cientos de miles de hombres homosexuales ni cuando nos enfrentamos a una posible enmienda constitucional que prohibía el matrimonio igualitario (homosexual) en 2004”.
La “emergencia” de HRC había sido declarada por nuevos proyectos de ley en los estados que proponían restricciones al tratamiento médico para menores con disforia de género, prohibían el uso de baños y vestuarios femeninos a hombres biológicos y protegían el deporte femenino.
Sullivan no descarta que el dinero sea una de las razones de la “emergencia”. Las donaciones a grupos LGBT llegaban a 387 millones de dólares en 2012; pero el 2021 la cifra ascendió a 823 millones de dólares.
Un ejemplo es el de la organización GLAAD, fundada en 1985 para combatir “el sesgo anti-gay en los medios de comunicación”, que vio su financiación multiplicada por seis entre 2014 y 2023… Pese a que nadie cree que la radio, la TV o el cine tienen hoy en día un sesgo anti-gay. Todo lo contrario.
Esta lluvia de dinero, según Sullivan, está siendo invertida para desarrollar una campaña de “letras interminables”, y pone el ejemplo del signo “+” incluido ahora en la nueva “sopa de letras” tal como 2SLGBTQIA+ para incluir a las personas intersexuales, asexuales, a los pueblos nativo-americanos de “dos espíritus”, y a setenta supuestos géneros más.
El cambio
Cuando el antiguo movimiento “gay” comenzó a girar hacia la ideología de género, Sullivan sintió una simpatía original, creyendo que se trataba solamente de obtener la aceptación social de las personas que se declaran “transexuales”. Pronto, sin embargo, surgieron sus preocupaciones, y eventualmente, su rechazo ante el nuevo plan LGBT de abolir la binariedad sexual para toda la sociedad, una extralimitación que según el autor, inevitablemente provocaría una reacción potente y sensata, “no solo contra las personas trans, sino también contra los hombres gay y las lesbianas”.
Sullivan recuerda que el argumento que utilizaron él y otros militantes a favor del “matrimonio” homosexual a la sociedad norteamericana fue:
“El matrimonio heterosexual no cambiaría si llegara el matrimonio gay. Podrás criar a tus hijos como quieras. Te dejaremos en paz. Dejaremos a tus hijos en paz. Pero tras la victoria, los grupos LGBTQ+ incumplieron esa promesa. Exigieron un cambio fundamental en toda la sociedad para que la binariedad sexual dejara de ser relevante. A los niños de primaria se les enseñaba que ser niño o niña podía no tener nada que ver con sus cuerpos, y que sus padres simplemente habían adivinado si eran niño o niña al nacer. De hecho, el sexo ya no se reconocía al nacer; ahora simplemente se asignaba, se escribía a lápiz”.
Qué pasó en cambio
Sullivan lo resume así:
“Niños de todo el país se vieron afectados. A sus hijos se les enseñó en la primaria que ser niño o niña era algo que podían elegir y cambiar a voluntad. Su hija se encontró compitiendo contra una niña trans (es decir, un hombre biológico) en atletismo. Los niños de la primaria podían elegir pronombres, y algunos niños hicieron la transición social en la escuela sin el conocimiento ni el permiso de sus padres”.
Sullivan multiplica los ejemplos de países europeos que iniciaron el “cambio de sexo” de menores mucho antes que los Estados Unidos y la manera como en ese mismos países se ha ido restringiendo o incluso suprimiendo, como en Gran Bretaña… mientras que en Estados Unidos -que influye enormemente en América Latina- la convicción es tan férrea, que la oposición, incluso al interior de la comunidad gay, es brutalmente reprimida.
El periodista recuerda que en sus días de intensa militancia en favor del “matrimonio” homosexual, los gays entendían que el respeto a la libertad de expresión era su principal herramienta: sólo podían discutir un tema que entonces era muy controvertido porque se apoyaban y defendían los derechos de la primera enmienda de la constitución norteamericana.
El fanatismo intransigente de los ideólogos de género, en cambio, ha tenido según Sullivan una consecuencia adversa, que en su opinión hoy está pagando todo el colectivo LGBT:
“Ahora, observen los resultados recientes del movimiento LGBTQ+. En los últimos cinco años, los activistas han logrado alejar a la opinión pública de sus causas en muchos aspectos. En 2021, por ejemplo, el 62% Un 56% de los estadounidenses afirmó que los atletas transgénero deberían poder jugar solo en equipos que coincidieran con su género de nacimiento; para 2023, esa cifra había aumentado al 69%. Esto no es intolerancia. Este año, la misma encuestadora descubrió que una sólida mayoría de estadounidenses (el 56%) está a favor de políticas que protejan a las personas trans de la discriminación. En general, los estadounidenses aceptan a las personas transgénero. Aceptan a las personas homosexuales. Simplemente rechazan reemplazar el hecho del sexo biológico con los fantasmas de la ideología de género.”
Sullivan pronostica que esta intransigencia, que lleva a los “sopa de letras” a apostar por incrementar la confrontación, la hostilidad y el fanatismo, le puede costar muy caro al movimiento. Gallup, por ejemplo, registró que la aceptación de las personas gays y lesbianas alcanzó un máximo del 62 % en 2022, pero cayó al 51 % en enero de este año. Al mismo tiempo, la encuesta mostró que el apoyo republicano al “matrimonio” gay cayó del 55 % al 46 % entre 2022 y 2025.
Una advertencia
Como militante homosexual, Sullivan concluye celebrando la “victoria” LGBT que significó la legalización del “matrimonio “gay”. A diferencia del autor, somos muchos los que estamos convencidos que una vez que se viola el derecho natural, especialmente en el ámbito de la sexualidad humana, la pendiente en caída es inevitable, y lo que Sullivan considera como una anomalía es en realidad una decadencia inevitable.
Con todo, su columna de opinión concluye más con una advertencia dirigida al colectivo LGBT contra el fanatismo de género que con un himno de victoria:
“Ganamos porque defendimos la libertad de expresión, nos acercamos a la derecha, a la izquierda y al centro, dejamos en paz a los demás y a los niños, y confiamos en la democracia liberal. Esa confianza fue recompensada con uno de los éxitos más rápidos en la historia de los derechos civiles. No la desperdiciemos”.