El Papa León se enfrenta a la Inteligencia Artificial
En un discurso poco cubierto, el Papa advierte sobre la importancia de proteger de la IA aquello que hace único al ser humano
En un mensaje dirigido originalmente en inglés a los participantes de la segunda conferencia anual sobre ética en inteligencia artificial celebrada en Roma el 19 y 20 de junio, el Papa León XIV advirtió que la inteligencia artificial podría perjudicar el desarrollo intelectual, neurológico y espiritual de los jóvenes, enfatizando la necesidad de proteger su capacidad de crecer en sabiduría más allá del mero acceso a datos.
El Pontífice no se opone al uso de la inteligencia artificial, pero sí se ha erigido como un tema recurrente en su todavía nuevo pontificado. Como señala mi colega Nicole Winfield de Associated Press:
"Siguiendo el legado de su homónimo, el Papa León XIII, León XIV ha hecho de la Inteligencia Artificial un tema clave de su pontificado"
Winfield se refiere al hecho que el Papa León XIII durante su pontificado en los albores del siglo XX, decidió confrontar desde la fe las novedades que llegaron con la industrialización; y escribió la primera encíclica social de la historia: la Rerum Novarum ("Sobre las cosas nuevas")
Aquí la conferencia completa del Papa León XIV. (Traducción propia desde el inglés)
Con motivo de esta Segunda Conferencia Anual de Roma sobre Inteligencia Artificial, expreso mis mejores deseos a los participantes. Su presencia atestigua la urgente necesidad de una reflexión seria y un debate continuo sobre la dimensión inherentemente ética de la IA, así como sobre su gobernanza responsable. En este sentido, me complace que el segundo día de la Conferencia se celebre en el Palacio Apostólico, una clara indicación del deseo de la Iglesia de participar en estos debates que afectan directamente al presente y al futuro de la humanidad.
Junto con su extraordinario potencial para beneficiar a la humanidad, el rápido desarrollo de la IA también plantea interrogantes más profundos sobre el uso adecuado de dicha tecnología para generar una sociedad global más auténticamente justa y humana. En este sentido, si bien es sin duda un producto excepcional del genio humano, la IA es «ante todo una herramienta» (PAPA FRANCISCO, Discurso en la Sesión del G7 sobre Inteligencia Artificial, 14 de junio de 2024). Por definición, las herramientas apuntan a la inteligencia humana que las creó y extraen gran parte de su fuerza ética de las intenciones de quienes las utilizan. En algunos casos, la IA se ha utilizado de forma positiva y noble para promover una mayor igualdad, pero también existe la posibilidad de que se utilice indebidamente para obtener beneficios egoístas a expensas de otros o, peor aún, para fomentar conflictos y agresiones.
Por su parte, la Iglesia desea contribuir a un debate sereno e informado sobre estas cuestiones apremiantes, subrayando sobre todo la necesidad de sopesar las implicaciones de la IA a la luz del «desarrollo integral de la persona humana y de la sociedad» (Nota Antiqua et Nova, 6). Esto implica tener en cuenta el bienestar de la persona humana no solo material, sino también intelectual y espiritual; significa salvaguardar la dignidad inviolable de cada persona humana y respetar la riqueza y diversidad cultural y espiritual de los pueblos del mundo. En última instancia, los beneficios o riesgos de la IA deben evaluarse con precisión según este criterio ético superior.
Lamentablemente, como señaló el difunto Papa Francisco, nuestras sociedades actuales experimentan una cierta “pérdida, o al menos un eclipse, del sentido de lo humano”, lo que a su vez nos desafía a todos a reflexionar más profundamente sobre la verdadera naturaleza y singularidad de nuestra dignidad humana compartida (Discurso en la Sesión del G7 sobre Inteligencia Artificial, 14 de junio de 2024). La IA, especialmente la IA Generativa, ha abierto nuevos horizontes en muchos niveles, incluyendo la mejora de la investigación en salud y el descubrimiento científico, pero también plantea inquietantes preguntas sobre sus posibles repercusiones en la apertura de la humanidad a la verdad y la belleza, en nuestra capacidad distintiva para comprender y procesar la realidad. Reconocer y respetar lo que es singularmente característico de la persona humana es esencial para el debate sobre cualquier marco ético adecuado para la gobernanza de la IA.
Estoy seguro de que todos nos preocupamos por los niños y jóvenes, y por las posibles consecuencias del uso de la IA en su desarrollo intelectual y neurológico. Debemos ayudar a nuestros jóvenes, y no obstaculizarlos, en su camino hacia la madurez y la verdadera responsabilidad. Son nuestra esperanza para el futuro, y el bienestar de la sociedad depende de que se les conceda la capacidad de desarrollar los dones y capacidades que Dios les ha otorgado, y de responder a las exigencias de los tiempos y a las necesidades de los demás con un espíritu libre y generoso. Ninguna generación ha tenido un acceso tan rápido a la cantidad de información disponible ahora gracias a la IA. Sin embargo, insisto, el acceso a los datos, por extenso que sea, no debe confundirse con la inteligencia, que necesariamente «implica la apertura de la persona a las preguntas fundamentales de la vida y refleja una orientación hacia la Verdad y el Bien» (Antiqua et Nova, n.º 29). En definitiva, la auténtica sabiduría tiene más que ver con reconocer el verdadero sentido de la vida que con la disponibilidad de datos.
En este sentido, queridos amigos, expreso mi esperanza de que sus deliberaciones también consideren la IA en el contexto del necesario aprendizaje intergeneracional que permitirá a los jóvenes integrar la verdad en su vida moral y espiritual, informando así sus decisiones maduras y abriendo el camino hacia un mundo de mayor solidaridad y unidad (cf. ibíd., 28). La tarea que les espera no es fácil, pero es de vital importancia. Al agradecerles sus esfuerzos actuales y futuros, invoco cordialmente sobre ustedes y sus familias las bendiciones divinas de sabiduría, alegría y paz.