El acosador sexual que es bienvenido en las escuelas
En el estado norteamericano de Virginia, un abusador serial es permitido en los baños de las niñas porque se declara “transgénero”
¿Esta es una mujer?
[Advertencia: este artículo tiene contenido gráfico]
En el corazón de Virginia, un estado que el martes 4 de noviembre elegirá nuevas autoridades políticas, se está librando una batalla silenciosa pero devastadora. No es una guerra de balas, sino de palabras: “identidad de género” contra la realidad biológica, “inclusión” contra la seguridad de mujeres y niñas. Y en el centro de este absurdo, Richard Cox —un delincuente sexual de Nivel III con un historial que se remonta a la era de George H.W. Bush— ha encontrado el arma perfecta: declararse “transexual”.
¿Quién es Richard Cox?
Mira la fotografía de Richard Kenneth Cox en esta nota, y piensa si es la persona que quisieras, desnuda, en el baño de tu hija, mientras realiza actos lascivos.
Cox de 58 años, no es un novato en el arte del horror. Clasificado como delincuente sexual de Nivel III —el escalón más alto de gravedad en Virginia, con registro de por vida—, su currículum de depravación es un catálogo de pesadillas. En 1992, un gran jurado de Arlington lo acusó de exponer intencionalmente sus genitales a una menor de 14 años.
Ese mismo año, irrumpió en un gimnasio y se masturbó frente a varios niños, tocándose el pene mientras los menores lo observaban horrorizados. Documentos judiciales de la época lo identifican sin ambigüedades como hombre, y su diagnóstico es demoledor: el Director Clínico del Instituto Augustus lo describió en 1992 como alguien que “sufre una forma grave de la parafilia sexual del exhibicionismo” y padece “comportamientos sexuales compulsivos”.
En una carta a un juez en 1995, el propio Cox admitió: “Soy consciente de que sufro compulsiones para exhibirme en lugares públicos”. Incluso solicitó ser castrado para frenar sus impulsos, pero nunca siguió adelante.
Su prontuario no termina ahí. En 2007, fue condenado por seis cargos de posesión de material pornográfico con menores en el condado de Fairfax. En 2020, el Departamento de Correcciones de Virginia lo listó como uno de sus “más buscados” por violar la fianza y fallar en registrarse como delincuente sexual. En 2021, otra condena por el mismo delito.
Pero en 2024 Cox encontró su escudo dorado: la identidad transgénero. De repente, este hombre biológico que ha aterrorizado a generaciones de niños se convirtió en “Riki Cox”, una “mujer” intocable.
Un safari de horrores en 2024
Imagina esto: eres una madre en el condado de Arlington, Virginia, llevando a tu hija de cinco años a una clase de natación después de la escuela. Entran al vestuario femenino de la Escuela Secundaria Wakefield, un espacio supuestamente seguro, y allí está él —desnudo, con la cortina de la ducha abierta, masturbándose sin pudor—. No es una pesadilla; es lo que le pasó a una testigo en septiembre de 2024.
Una docena de mujeres y madres declararon en la audiencia preliminar de Cox el pasado mes de septiembre: Cox, biológicamente hombre, desnudo en los vestuarios de la Escuela Secundaria Washington Liberty, la Escuela Secundaria Wakefield y el Centro Deportivo y de Fitness Barcroft.
Una socorrista de 17 años lo vio expuesto en una piscina escolar; otra madre, con hijas de cinco y seis años, lo encontró desnudo en Barcroft durante una clase de gimnasia.
La cronología de sus visitas en 2024 es un itinerario de depredador: junio en gimnasios Planet Fitness de Fairfax; 24 de agosto en el Centro Recreativo Franconia; septiembre en Washington Liberty; octubre en Wakefield; 21 de octubre de nuevo en Liberty; 3 de noviembre en Oakmont, Fairfax; noviembre en Wakefield; 15 de noviembre en Audrey Moore, Fairfax; 16 de noviembre en Oakmont; 2 y 6 de diciembre en Barcroft, donde la policía esperó una hora antes de entrar y encontrarlo sentado desnudo en un banco, bloqueando a niñas de 5 a 18 años que esperaban para gimnasia.
“Me identifico como mujer”
Durante el juicio preliminar de Septiembre, Cox exigió pronombres femeninos, insistiendo en que es “mujer”. El juez se negó —un raro destello de cordura—. Pero el fiscal de Arlington reveló lo peor: en su teléfono, pornografía infantil, horarios de clases de natación y gimnasia para niños en centros de Fairfax y Arlington. Un documento titulado “Swim ffx” listaba centros recreativos con edades de niños (marcadas con asteriscos: * para 5-7 años, ** para 8-10, etc.). Otro video lo muestra grabándose desnudo en un vestuario, con un anillo en el pene para “mejora sexual”, fingiendo secarse sin estar mojado. Imágenes de niñas prepúberes en colonias nudistas, una de 7-8 años practicando un acto sexual, otra de 3-4 siendo violada. Esto no es “inclusión”; es un manual de pedofilia.
¿Por qué un abusador es “intocable”?
Aquí radica lo bizarro, lo que hace que esta historia sea un puñetazo a la razón. El condado de Arlington y las Escuelas Públicas de Arlington permiten que cualquiera use vestuarios según su “identidad de género”, no su sexo biológico. Así, Cox —prohibido por ley de acercarse a programas infantiles— entra como Pedro por su casa.
En Fairfax, el fiscal Steve Descano ordenó a la policía no presentar cargos, ¡repetidamente! Ni por exhibicionismo en Planet Fitness, ni por merodear centros recreativos. “No puedo acusar a la persona”, dijo, citando las actuales políticas “pro trans”.
El ejecutivo del condado, Bryan Hill, lo admitió en cámara: “Es una situación que todos estamos tratando de resolver”. Cuando le preguntaron por qué no hay políticas contra delincuentes sexuales en rec centros, respondió: “Es un solo caso en muchos años”. ¿Un solo caso? ¡Cox visitó múltiples sitios!
Y en Arlington, un miembro de la Junta Escolar, Kathleen Clark, intercambió emails con Cox (bajo el alias de “Riki”), asegurándole:
“Espero que no hayas experimentado declaraciones transfóbicas del staff. Deberías poder usar las duchas y vestuarios con los que te sientas más cómoda”.
Clark, aliada de la Alianza de Identidad de Género de Arlington, contactó a políticos demócratas estatales para ofrecerles “entrenar” al personal. ¿Sabía que era un pedófilo? No sabemos. Pero sí sabemos que su empatía ciega habilitó el abuso.
Mientras tanto, salvo Hill, ninguna autoridad quiere dar la cara a la prensa. Y este es el extremo de la ironía: cuando el incisivo periodista del canal 7News abordó de sorpresa al presidente de la Junta de Supervisores, Jeff McKay, éste huyó para evitar preguntas y se refugió… en un baño escolar.
Las consecuencias de la elección
El actual Procurador General de Virginia, el republicano Jason Miyares, advirtió que si el candidato demócrata a su actual puesto, Jay Jones, gana las elecciones generales del 4 de Noviembre, no habrá justicia para las niñas y madres. “Jay Jones [demócrata] es cómplice, permitiendo el escarnio de víctimas bajo una ley que él apoyó”.
Los residentes de Arlington exigen cambios: “¡Restringir vestuarios femeninos a mujeres y niñas!”, gritó una madre en una reunión escolar. Otra advirtió que con las elecciones de Gobernador, Procurador General y Congresistas de este martes, el caso se ha politizado inevitablemente: la demócrata Abigail Spanberger ha evadido todas las preguntas sobre baños “trans”, mientras los republicanos lo usan como “poster boy” de la ideología fallida y prometen revertir la locura.
Porque al final lo bizarro de Virginia no es Cox; es el sistema que lo blindó. Que un abusador con compulsiones confesadas, pornografía infantil en el bolsillo y un itinerario de niños, sea intocable por decir “soy mujer” es una parodia trágica de la justicia, donde la “inclusión” es eufemismo para negligencia.
Si no se actúa para corregir o prevenir esta locura, el próximo vestuario podría ser el de tu hija. Y eso no es “progreso”; es barbarie envuelta en pronombres.



